Page 46 - El enclavamiento hidráulico de Algodor
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DOS LÍNEAS Y DOS REYES PARA
UNA ESTACIÓN
Rafael González Fernández
El nacimiento de Algodor está íntimamente ligado a la denar a la hoy capital castellano-manchega a la instaura-
llegada del tren, medio éste de transporte que dio carta ción de un ferrocarril en fondo de saco. Según Francisco
de naturaleza a la pequeña población y que ha marcado Wais a esta situación pudo contribuir el hecho de que
a lo largo de casi siglo y medio su devenir histórico y tiempo atrás se la considerara posible cabecera de nave-
demográfico. Tan sólo diez años después de la inaugura- gación por el Tajo hacia Portugal. 1
ción de la primera línea de ferrocarril en la Península
Ibérica (Barcelona-Mataró, 1848), el camino de hierro
llegaba hasta la Ciudad Imperial, Toledo, atravesando
para ello los dominios del municipio madrileño en cues-
tión. Después, la conexión Madrid-Ciudad Real consa-
graría este enclave, con letras mayúsculas y destacadas,
en la rica cartografía ferroviaria.
Obras de construcción de la definitiva estación.
En cualquier caso, las primeras iniciativas ferroviarias se
registraron a partir de 1854. Quedan para la historia
nombres como los de Fernando Fernández de Córdoba,
Primer edificio de viajeros de Algodor. José de Zaragoza, Ramón Aguilera, Jacobo Damier, José
Manuel Catalán o Pedro Nolasco Mansi. Gran parte de
dichas iniciativas apuntaban a la recién inaugurada línea
Madrid-Aranjuez (1851) como lugar de conexión con la
La primera de estas infraestructuras, Castillejo-Toledo, capital de España e interconexión con la costa medite-
miraba en sus albores allende las fronteras, aunque defi- rránea. Igualmente, se mostraba una obsesión por situar
nitivamente se configuró como un mero empalme con la terminal toledana en un punto que facilitase su
Madrid a través de la conexión férrea del Mediterráneo. expansión: "La ciudad se pondría en contacto con la
Los sucesivos intentos por poner en marcha el camino Corte y Valencia, de forma más inmediata, lo que repor-
de hierro en la antigua capital del Reino parecían con- taría nuevos impulsos a la agricultura, industria y