l 7 de abril de 1880,
con la estación ya en servicio, la compañía presentó el proyecto
realizado por el ingeniero José Antonio Calleja referente a la
construcción de un edificio para la intervención de arbitrios
municipales en la “Estación de Madrid”, dado que el Ayuntamiento
de la ciudad instaba a la empresa a disponer de una oficina para
recaudar el antiguo impuesto de consumos. El proyecto fue
autorizado, inmediatamente, por el ingeniero jefe de la División
de Ferrocarriles Bonifacio de Espinal, el 10 de abril de 1880.
El fielato es el nombre que recibía el edificio en el que se
cobraban los arbitrios y tasas municipales sobre el tráfico de
mercancías. Además de tener una función recaudatoria, como era
el cobro de arbitrios sobre alimentos y bebidas que se querían
introducir, servía para ejercer un cierto control sanitario
sobre los alimentos que entraban en las ciudades, de ahí que
también fuera conocido como “estación sanitaria”. Constituía una
actividad de gran importancia para los ayuntamientos pues, según
las ciudades, podría llegar a suponer entre el 50-70% del total
de los ingresos municipales.
Los fielatos se establecieron en las entradas de las
poblaciones de España desde mediados del siglo XIX hasta la
década de 1960, aproximadamente. En el caso de la estación de
Delicias, y según el proyecto del fielato existente en el
Archivo General de la Administración, el plano del emplazamiento
sitúa este edificio en la entrada del patio de mercancías “por
ser el puesto más conveniente para la vigilancia, y por no
causar en este punto entorpecimiento al servicio de la estación”,
en el espacio comprendido entre los tres muelles cubiertos para
mercancías y los muelles de ganados pues, además de carbón,
llegaban a la estación productos alimenticios tales como carnes
y pescados para el suministro de Madrid.
La memoria del proyecto y su plano adjunto señalan que se
trataba de un edificio cuya planta era un rectángulo de 6 m de
ancho por 13,10 m de largo, y que estaba formado por las
siguientes dependencias: un despacho para el público, dos
oficinas para los empleados, un cuerpo de guardia, y un almacén
para los efectos decomisados. Este sencillo edificio se
construyó en fábrica de ladrillo y, según el proyecto, estaría
cubierto con pizarra colocada sobre una armadura de madera,
mientras que los tabiques interiores de distribución serían de
panderete. El fielato ha llegado hasta nuestros días, aunque con
ciertas transformaciones; por ejemplo, la cubierta es de teja
roja y se ha añadido un pequeño porche.