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Personal sanitario

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Personal sanitario

La presencia del personal médico en las plantillas de las compañías ferroviarias fue una cuestión normalizada desde los inicios de las empresas. Desde el punto de vista clínico, su presencia era necesaria para la atención de las enfermedades comunes de los agentes ferroviarios, para la atención de los accidentes de trabajo y los siniestros, para asegurar la salud e higiene debida a la propia actividad o para los reconocimientos médicos del personal.

También desde el punto de vista burocrático su asistencia era importante para la empresa a la hora de certificar altas y bajas, realizar los informes y estadísticas solicitados por la administración o para asesorar en caso de accidentes y reclamaciones. Si analizamos los reglamentos en los que las compañías ferroviarias normalizaban sus servicios sanitarios podemos obtener un perfil de las funciones que tenían encomendadas los médicos.

Lamentablemente, en estos documentos no se hace mención a labor desempeñada por otras categorías profesionales, aunque tenemos constancia, por las plantillas de las empresas, de la presencia de enfermeras y practicantes. Es de suponer que en todas las funciones encomendadas el médico contaba con el personal auxiliar a su cargo.

La jefatura del servicio estaba a cargo del médico jefe, un cargo nominado por la dirección general de las compañías. Estaba a cargo de la inspección general de todo el servicio sanitario, tanto en lo referente al cumplimiento de los deberes del personal sanitario, como de la inspección y conservación del material sanitario, su responsabilidad era el estricto cumplimiento del reglamento sanitario y, en general de las órdenes emanadas de la dirección de la compañía y de las autoridades competentes. Era encargado de la elaboración de informes y estadísticas sanitarias y de realizar las propuestas más convenientes para asegurar la salud e higiene, tanto de los trabajadores como de los usuarios del transporte ferroviario. El médico jefe era el interlocutor de las autoridades sanitarias jurisdiccionales, y en especial con la Dirección General de Sanidad, a la que tenía obligación de informar respecto a la salubridad de la red a su cargo, de la morbilidad del personal y de las medidas higiénicas adoptadas.

Todas las compañías estructuraban el servicio en secciones médicas, cada una de las cuales estaba a cargo de un médico que tenía, como requerimiento fijo el tener su residencia en una de las poblaciones más céntricas de su sección. Además, contaban con un cuadro de médicos auxiliares que, además de ayudar en sus funciones, podían sustituirles en caso de urgencia. En el caso de que no se hubieran designado médicos auxiliares de la compañía se podía recurrir a compañeros de la profesión de la misma localidad a los que acudir en caso de necesidad.

Los jefes de las estaciones, depósitos, talleres y otras dependencias de la compañía tenían que tener en lugar visible una relación de los médicos de la sección, tanto del jefe como de los auxiliares (incluidos los externos a la compañía) y de los médicos de las secciones limítrofes, por si fuera necesario recurrir a ellos.

Un ejemplo de estas relaciones es este listado de médicos de la Compañía de los Ferrocarriles de Madrid a Zaragoza y a Alicante (Compañía MZA) de 1920.

Los deberes y atribuciones que tenían encomendados los médicos de sección eran muy diversas. Debían reconocer a los aspirantes al ingreso en la compañía e informar y certificar su estado de salud y la aptitud para el ingreso. Estos reconocimientos hacían especial hincapié en la revisión óptica y oftalmológica. La Compañía de los Caminos de Hierro del Norte (Compañía del Norte) estableció las pautas de estos reconocimientos en su reglamento.

Posteriormente Renfe publicó en la Circular de la Dirección General número 77 de 1945 el procedimiento para los reconocimientos médicos, que sería revisado en diversas ocasiones.

Los médicos de sección tenían obligación de visitar a los empleados de la Compañía que estuvieran enfermos para poder elaborar el informe correspondiente y tramitar su baja y alta. En estos casos la normativa era estricta, obligaba a los pacientes a seguir el procedimiento marcado en cuanto a movilidad y otras obligaciones, mientras que a los médicos se les exigía un férreo control de la situación de los enfermos de baja para evitar situaciones fraudulentas.

La asistencia facultativa para enfermedades comunes se realizaba a domicilio en casos concretos. Cuando el agente enfermaba en situación de servicio y estuviera fuera de su domicilio habitual, el personal sanitario de la sección tenía que llevar el control hasta que se restableciera. Este tipo de visitas se extendía a los casos de enfermedad infectocontagiosa, especialmente si el agente habitaba en un edificio de la compañía. También debían visitar de forma periódica a los agentes y a sus familias, en los casos en que vivieran en poblados o casillas distanciadas de poblaciones, y por lo tanto no podían acudir a la consulta de ningún médico externo.

Además de las visitas domiciliarias los médicos debían establecer un lugar, podía ser su domicilio, la estación o un dispensario, para pasar consulta semanalmente y con un horario establecido.

En los casos de accidente, existía un estricto protocolo de actuación. Los médicos de sección debían acudir rápidamente cuando el accidente se produjera en una línea de su demarcación, también podían ser reclamados los médicos auxiliares, los de secciones limítrofes e incluso médicos externos cuando la gravedad del accidente lo requiriera. La Compañía del Norte establece en su reglamento la posibilidad de organizar guardias para la atención médica urgente. Las compañías solían establecer normas de asistencia en accidentes que debían ser conocidos por el personal de estaciones y trenes.

En el lugar del accidente el personal sanitario debía curar y asistir a los heridos, tanto al personal ferroviario, como a los heridos ya fueran viajeros u otro personal ajeno a la compañía. También debían establecer, si la gravedad del caso lo hiciera necesario, la hospitalización del personal y de los viajeros. En esos casos debían hacer un seguimiento de los mismos durante la hospitalización con el fin de gestionar los certificados de bajas y altas y las facturaciones o reclamaciones en caso de que se produjeran.

Eran los encargados de elaborar y suministrar a la compañía el informe de los accidentes señalando, el número de heridos, tipo de lesiones, las actuaciones emprendidas y cualquier otra circunstancia o condición especial.

En el caso de los accidentes laborales la asistencia facultativa, el seguimiento y los informes y certificaciones necesarios también correspondían a este personal facultativo.

Cuando en el caso de accidentes, ya fueran por siniestro o por causa laboral, se produjera una defunción, los jefes médicos eran los responsables de elaborar los informes, certificados y vida laboral del agente fallecido y trasladarlo al jefe del Servicio Sanitario.


Todas las compañías tenían una normativa sobre la correspondencia y los impresos que debían facilitar los médicos a sus superiores para informar de todas las gestiones realizadas y que eran remitidas no sólo a la dirección de la empresa, sino también en algunos casos a las instituciones y administraciones sanitarias. Además de los certificados necesarios para cuestiones puntuales los médicos de sección estaban obligados a remitir al médico principal una relación mensual de las asistencias realizadas.

El suministro de los medicamentos se hacía en cada sección mediante un acuerdo previo con uno o varios farmacéuticos. En el caso de la Compañía del Norte, además de proveer a la empresa para el abastecimiento de sus botiquines e instalaciones, el acuerdo incluía una tarifa especial en los medicamentos para los ferroviarios y sus familias. Todo ello siempre que las recetas estuvieran prescritas por un facultativo de la compañía. Los jefes médicos de la sección eran los encargados de estas gestiones y de remitir las facturas mensuales establecidas por los farmacéuticos y proveedores de material a la compañía.

Otra rama de especial importancia en el Servicio Médico era la de higiene y salud pública. En este ámbito las secciones médicas eran las encargadas de visitar al menos una vez al mes, todas las dependencias comprendidas en su demarcación territorial y examinar el estado de salud del personal a su cargo y las condiciones higiénicas de las instalaciones. Eran los encargados de organizar y dirigir las prácticas sanitarias de desinsectación y desinfección del material móvil y de las instalaciones.

Estas obligaciones derivaban de las leyes sanitarias y por ello tenían un protocolo concreto que se recogía en los reglamentos, como el caso de la Compañía MZA.

Dentro de esta misma rama los médicos eran los responsables de estudiar y proponer medidas para mejorar las condiciones higiénicas del personal. Debían poner en marcha las campañas indicadas por las autoridades sanitarias y por la dirección del servicio y la empresa. En este sentido debían realizar el programa para la difusión y formación de personal en lo concerniente a las instrucciones y prácticas sobre salud e higiene.

Su actuación era imprescindible en periodos de epidemias, en esos casos se recurría a la formación de campañas en las que el personal sanitario no realizaba sólo un trabajo de atención clínica, sino que además llevaban a cabo una tarea de profilaxis y de formación entre todo el personal ferroviario y sus familias. Este es el caso de algunas epidemias como las de cólera, paludismo, tuberculosis o la gripe. Un ejemplo es la cartilla redactada por la Compañía del Norte.

Como ya hemos visto en relación con la organización sanitaria las atribuciones y la organización médica en el periodo de Renfe fue muy continuista. El servicio estaba a cargo de un jefe médico y para poder llevar a cabo las asistencias de manera eficaz se dividió la organización con médicos de sección que en este caso coincidían con las zonas de explotación de Renfe. En los primeros años de creación de la empresa la labor asistencial de los médicos se centro en la medicina preventiva, que se realizaba en los dispensarios y se dirigía tanto a los ferroviarios como a sus familias. Las consultas se dirigían a la higiene infantil, prenatal, antituberculosas y antivenérea.

A través de las memorias de Renfe sabemos que en las primeras décadas, 1940-1960, las actuaciones más habituales que se dispensaban en los dispensarios y en los coches sanitarios eran la realización de radioscopias, análisis clínicos y la inyección y atención médico farmacéutica. Paulatinamente los servicios fueron aumentando, desde el seguimiento prenatal y la atención de partos, hasta la higiene antivenérea y consultas de odontología.

Hasta los años sesenta del siglo XX fueron muy importantes dos campañas, la campaña antipalúdica y la campaña antituberculosis, dos enfermedades que durante el periodo de posguerra se vieron agravadas por la situación de pobreza y miseria de muchas familias. No podemos olvidar que en los primeros años el servicio médico estuvo unido al de asistencia social con una gestión muy específica del régimen franquista caracterizado por el paternalismo y muy ligado a la caridad. De hecho en este servicio de igual manera que se daba asistencia médica, se repartían juguetes en la fiesta de reyes a los hijos de los empleados.

Una tarea oportuna y habitual en este servicio era la divulgación para la prevención de higiene y salud entre los trabajadores, en este sentido era habitual la publicación y difusión de folletos y cartillas entre el personal, especialmente el de talleres, para evitar los accidentes de trabajo, y la impartición de cursillos de prevención y primeros auxilios.

Además, la rama higiénica del servicio continuaba ejerciendo su función de desinfección y desinsectación, realizando inspecciones para evitar la aparición de enfermedades infecciosas, controlando la pureza de las aguas para uso de bebida o limpieza de locales, y tomando las medidas adecuadas para corregir deficiencias higiénicas en estaciones, talleres y otras instalaciones ferroviarias.

En la década de 1940, los médicos de Renfe iniciaron una activa participación en congresos y jornadas. En 1947, en el Congreso Nacional de Medicina y Seguridad del Trabajo, la ponencia oficial “El reumatismo como enfermedad social” fue presentado por la jefatura de la rama higiénica del servicio sanitario y resultó una importante aportación a la medicina del trabajo, ya que el estudio estadístico demostró la importancia de este problema como enfermedad laboral que, en 1946 contaba con 7.388 agentes ferroviarios de baja. A raíz de este trabajo, y en colaboración con el Instituto de Medicina y Seguridad del Trabajo, Renfe desarrolló una campaña antirreumática, con la creación de un fichero de empleados con esta enfermedad, a partir del cual se realizó un estudio estadístico y una campaña de prevención.

Ese mismo año los representantes de la rama clínica del servicio sanitario acudieron al Congreso Internacional de Cirugía en Londres donde se presentaron varios trabajos científicos.

En el año 1952 la Union Internationale des Services Medicaux des Chemins de Fer (UIMC) celebró su III congreso en la ciudad de Madrid, y a él concurrieron números médicos y personal sanitario de Renfe con algunos de sus trabajos.

Estos hitos son sólo ejemplos concretos la actividad investigadora del personal sanitario que ha sido y es fundamental para el desarrollo de la medicina preventiva y del trabajo. Sería necesario llevar a cabo una investigación bibliométrica a través de revistas y congresos especializados que, seguramente sacará a la luz una importante aportación a la investigación por parte del personal médico ferroviario.

En el año 1946 el servicio sanitario contaba con una plantilla de 183 médicos agentes, a los que se unían diez especialistas, tres cardiólogos, cinco oftalmólogos, un psiquiatra y un otorrinolaringólogo. No obstante la memoria de 1947 hacía constar la existencia de 595 plazas de médicos, pero era personal supernumerario, sin sueldo sino pagado por asistencias externas y por tanto nos se les consideraba de plantilla. En el cuadro que se pude consultar en este enlace se puede ver la evolución del cuadro de personal sanitario desde 1945 hasta 1962.

Si ya hemos indicado, que en los reglamentos de los servicios médicos no se hace mención a las funciones del personal sanitario no médico, si que es reseñable la alusión que en las memorias de Renfe se hace con respecto a las funciones de las enfermeras visitadoras. Estas enfermeras, las visitadoras, estaban adscritas a los servicios de asistencia social y eran las encargadas de realizar las visitas domiciliarias para llevar a cabo labores de cuidados a enfermos inmovilizados y para participar en acciones de medicina preventiva y formación.

En estas visitas las enfermeras realizaban un análisis de las familias y de la situación económica, especialmente en aquellos casos en que la enfermedad de los agentes producía bajas extensas e incluso separación del servicio. En estos casos se elevaban informes sociales para que pudieran recurrir a los socorros y donativos.

La labor sanitaria se debía conjugar con la asistencia social y por ello las enfermeras eran las encargadas de repartir comestibles, canastillas y vitaminas para los niños, medicinas y reconstituyentes. Además en función de la situación de las familias, previo informe, se podían establecer otro tipo de ayudas de diversa índole, desde aparatos ortopédicos, gafas, ropa de abrigo, mantas.

En los primeros años de la existencia de Renfe, y en consonancia con esta visión paternalista y asistencial de la política de personal, la empresa tenía una visión especial del trabajo de las enfermeras, la consideración profesional se establecía en torno a valores como la abnegación, tal y como podemos leer en la memoria de Renfe del año 1946. “El trabajo que siguen realizando las enfermeras (alma de todo el servicio de asistencia social) es digno de toda admiración. Particularmente el que compete a las visitadoras, pues no siempre es agradable; muchas veces penoso y siempre de tal importancia y responsabilidad que sólo mujeres abnegadas, de alta categoría moral, trato exquisito y exquisita educación pueden llevarlo a cabo con éxito”.

A lo largo del tiempo las atribuciones y la estructura del personal sanitario ha variado poco. En la década de finales de 1990 y principios del 2000 las actividades más significativas del servicio médico se mantenían en los reconocimientos médicos, tanto los previos al ingreso, como los periódicos y los especiales. Eran los responsables del tribunal médico de evaluación de capacidades. Se encargaban de los accidentes de trabajo y las enfermedades profesionales, en lo relativo a las bajas y altas y los informes. También continuaban encargándose de las visitas a las dependencias para los controles de salubridad y el mantenimiento de los botiquines de primeros auxilios.

En cuanto a las campañas de prevención y planes de acción tienen los mismos objetivos y cometidos, pero han cambiado la tipología de enfermedades y los tratamientos. Las enfermedades en las que se pone el objetivo son el alcoholismo, las drogodependencias, la gripe y la detección temprana de cáncer. En el año 2002, la plantilla de Renfe en este servicio era de 46 titulados superiores y 122 titulados medios.