Page 67 - El enclavamiento hidráulico de Algodor
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Eduardo Encinas, pintor, ferroviario emérito con lazos
en Algodor
elementos de cerámica en las fachadas laterales, junto
con arcos entrelazados de inspiración mudéjar. Tales
rasgos imprimen mayor carácter a la fábrica del edificio,
al prescindirse de otros materiales de finalidad orna-
mental y manteniendo sólo la mampostería del típico
aparejo toledano.
La casilla del enclavamiento, de tiempos mejores
El diseño de Algodor denota, por otra parte, una mayor (Obran de E. Encinas).
influencia del modernismo, manifiesta en el tratamien-
to de la superficie de los muros del edificio, que es aquí
un volumen prismático sencillo, de dos plantas y tejado planta y patio zaguero. La medalla del tiempo y los ava-
a dos aguas. Su planta incluía en un principio dos salas tares de la explotación ferroviaria misma se hacen notar
de espera (una para viajeros de 1ª y 2ª clase, otra para los en ese núcleo circundado de una perspectiva dilatada,
de 3ª) y cantina. Y en el mismo estilo se construirían el abierta y como consciente de abierto en medio de la
pequeño pabellón destinado a aseos -el más afín en refe- semiplanicie castellano-manchega. Tal vez si Garcilaso
rencias estilísticas al de viajeros de Toledo- y el cubri- volviera -según la aspiración de Rafael Alberti-, se
miento de la báscula, al igual que el cerramiento de todo apartaría a Algodor para componer sus églogas ribereñas
el recinto que albergaba los diversos servicios ferrovia- del Tajo.
rios. Respecto a las marquesinas, corresponden a un
diseño que desarrolló la Compañía de MZA de manera Factor de Circulación, hace años emérito de Renfe, es
estádar, con voladizos de tres metros, incorporando su residente ocasional del caserío ferroviario el ilustre pin-
logotipo, y resuelto mediante perfiles de acero laminado tor Eduardo Encinas, cuyos pinceles se recrean tanto en
y chapas que enbutaban en su interior las bajantes de la estación de Algodor y sitios ferroviarios próximos. En
aguas pluviales. días bonancibles no es insólito verle pintar por estos
alrededores, tributando a Algodor casi la misma devo-
No parece extraño, por tanto, que el espectador sienta ción que profesa a Toledo y Aranjuez.
una corriente de simpatía frente a este pequeño, coque-
to e imprevisible monumento en medio de un paraje Nunca mejor dicho, de película
hoy en día apenas poblado por ferroviarios -más jubila-
dos que en activo-, inquilinos de la antigua colonia labo- Lección para estudiosos y espíritus sensibles,
ral dotada antaño de escuela y capilla, con casillas de una Algodor-Estación no necesita demasiada publicidad.