Servicios de baños de mar en trenes especiales.
Servicios de baños de mar en trenes especiales, rápidos y por trenes ordinarios a las playas y balnearios del norte. Madrid, Compañía de los Caminos de Hierro del Norte de España. 1929.
BF-MFM (Biblioteca Ferroviaria. Museo del Ferrocarril de Madrid). Signatura FOL 02-002
En 1929 la Compañía de los Caminos de Hierro del Norte publicitaba con este folleto sus servicios de trenes especiales a los balnearios del Norte de España.
En el primer tercio del siglo XX, se producen los cambios que harán del turismo un fenómeno de moda que se irá generalizando, sobre todo en el periodo de entreguerras. Desde el siglo XIX una de las razones para emprender un viaje fue la terapéutica que consiguió poner de moda el termalismo y la hidroterapia como medio para curar enfermedades de tipo reumático, respiratorio, digestivo o cutáneo. Este fenómeno despertó el interés de algunos inversores que emplearon sus capitales en la creación de infraestructuras turísticas relacionadas como los balnearios, hoteles, empresas de transportes e incluso editoriales que publicaban folletos y guías turísticas.
Aunque en el sur peninsular hubo localidades como Sanlúcar de Barrameda, en la costa gaditana, que despertaron el interés de los bañistas, fue la zona del Cantábrico la que se desarrolló a la luz de los balnearios y baños de mar. La monarquía no fue ajena a este interés y desde los años treinta del siglo XIX la casa real eligió la zona de Santander y San Sebastián para pasar el veraneo, lo cual actuó de reclamo para las clases más acomodadas y consolidó estas playas como lugares de moda que llegaron incluso a la rivalidad. Este folleto del año 1929 ofrece testimonio de este hecho y así, en los billetes para San Sebastián se presenta la ciudad: “En esta hermosa ciudad se da cita todos los veranos la aristocracia de Madrid y lo más elegante de la buena sociedad, que sigue el viaje de la Corte”.
En todo este proceso los transportes jugaron un papel fundamental, el desarrollo de estas infraestructuras facilitó la generalización de este tipo de turismo. En el siglo XX, las compañías de ferrocarriles adaptaron sus servicios para la clientela de los balnearios con productos específicos como aumento de frecuencias, servicios con precios especiales por temporada o servicios de ómnibus y coches desde las estaciones ferroviarias a las termales.
Las empresas ferroviarias enfocaron su gestión a la aplicación de mejora técnicas que, sin duda atrajeron a nuevos clientes con la disminución de los tiempos de viaje o la consecución de mayor confort en los desplazamientos. Pero en este caso, fue la política tarifaria la que benefició a los viajeros del tren, con servicios y billetes de tarifa reducida.
Esta pequeña guía, incluía fotos en blanco y negro de cada una de las playas y los horarios y condiciones de los servicios ferroviarios. En ambos llama la atención la portada del documento por la belleza del diseño, en el que se da preferencia al mensaje del turismo, al utilizar la imagen de una mujer tomando el sol en un estilo propio de los años veinte.