Telégrafo eléctrico, sistema Bréguet

La necesidad de asegurar la circulación ferroviaria, evitando que puedan expedirse trenes por un tramo de vía ya ocupado, hizo que muchas de las compañías ferroviarias que comenzaron su actividad en la segunda mitad del s. XIX, adoptasen el uso de un invento de reciente creación, el telégrafo sistema Bréguet. Mediante el uso de este aparato, las estaciones colaterales se ponían de acuerdo a la hora de expedir trenes en el tramo de vía intermedio y se evitaban colisiones y alcances.

Louis François Clément Bréguet desarrolló, hacia 1845, el denominado telégrafo de cuadrante, compuesto fundamentalmente por receptor, transmisor y avisador. En el transmisor, el indicador señala sobre un disco metálico, las letras y signos que se van a transmitir. Cada signo señalado supone un determinado número de impulsos eléctricos que son enviados al puesto receptor, donde suena un timbre avisando de la solicitud de comunicación. Una vez establecida, en el aparato receptor la aguja avanza el mismo número de impulsos, señalando el caracter correcto. Después de transmitir cada signo, el indicador y la aguja deben volver a la posición de reposo (1), antes de enviar el siguiente.

No sería hasta 1920 cuando las compañías ferroviarias se plantearan la sustitución de estos aparatos por el teléfono. El hecho de que no fuera necesario un aprendizaje previo para el manejo de este último, unido a la inmediatez de la comunicación -que supondrá la posibilidad de aumentar casi en un cincuenta por ciento la intensidad del tráfico ferroviario-, provocaron que el telégrafo Bréguet, que durante más de cincuenta años había contribuido a la seguridad en la circulación, quedase en desuso en la explotación ferroviaria.

[1] Según noticia del Diario de Barcelona de 20 de diciembre de 1857, se construye el primer telégrafo Bréguet “con alfabeto español”; de veintiséis divisiones se adaptó a veintiocho, incluyendo las letras Ñ y LL. 

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