María Asunción Burgueño Arjona
Profesora jubilada de Lengua castellana y Literatura y Artes escénicas. Último destino: IES Jorge Manrique de Tres Cantos, Madrid
Cómo me va usted a
convencer de que eso es posible?... ¡A mí, que vivo en este
siglo XIX, el siglo del vapor, del teléfono eléctrico y de
la imprenta!
[…]
El fin del hombre es vivir. No se vive sin comer. No se come
sin trabajar. Y en este siglo ilustrado, ¿a qué tiene que
mirar el hombre? A la industria, a la agricultura, a la
administración, al comercio. He aquí el problema. Dar salida
a nuestros caldos, nivelar los presupuestos públicos y
particulares…, que haya la mar de fábricas…, vías de
comunicación…, casinos para obreros, barrios obreros,
ilustración, escuelas, beneficencia pública y particular… ¿Y
dónde me deja usted la higiene, la urbanización y otras
grandes conquistas? Pues nada de eso tendrá usted con el
misticismo, que es lo que usted practica; no tendrá más que
hambre, miseria pública y particular… ¡Lo mismo que los
conventos de frailes y monjas! El siglo XIX ha dicho: «No
quiero conventos ni seminarios, sino tratados de comercio.
No quiero ermitaños, sino grandes economistas. No quiero
sermones, sino ferrocarriles de vía estrecha. No quiero
santos padres, sino abonos químicos».
NAZARÍN
(Alianza Editorial S. A., Madrid, 2016, págs. 223-224)
Obra completa disponible en http://www.cervantesvirtual.com