José Candalija Rebollo
Profesor de Historia. IES Renacimiento, Madrid
— ¿Sabes lo que se me ha
ocurrido?—dijo Santa Cruz a su mujer dos días después en la
estación de Valencia—. Me parece una tontería que vayamos
tan pronto a Madrid. Nos plantaremos en Sevilla. Pondré un
parte a casa.
Al pronto Jacinta se entristeció. Ya tenía deseos de ver a
sus hermanas, a su papá y a sus tíos y suegros. Pero la idea
de prolongar un poco aquel viaje tan divertido, conquistó en
breve su alma. ¡Andar así, llevados en las alas del tren,
que algo tiene siempre, para las almas jóvenes, de dragón de
fábula, era tan dulce, tan entretenido...!
Vieron la opulenta ribera del Júcar, pasaron por Alcira,
cubierta de azahares, por Játiva la risueña; después vino
Montesa, de feudal aspecto, y luego Almansa en territorio
frío y desnudo. Los campos de viñas eran cada vez más raros,
hasta que la severidad del suelo les dijo que estaban en la
adusta Castilla. El tren se lanzaba por aquel campo triste,
como inmenso lebrel, olfateando la vía y ladrando a la noche
tarda, que iba cayendo lentamente sobre el llano sin fin.
Igualdad, palos de telégrafo, cabras, charcos, matorrales,
tierra gris, inmensidad horizontal sobre la cual parecen
haber corrido los mares poco ha; el humo de la máquina
alejándose en bocanadas majestuosas hacia el horizonte; las
guardesas con la bandera verde señalando el paso libre, que
parece el camino de lo infinito; bandadas de aves que vuelan
bajo, y las estaciones haciéndose esperar mucho, como si
tuvieran algo bueno... Jacinta se durmió y Juanito también.
Aquella dichosa Mancha era un narcótico. Por fin bajaron en
Alcázar de San Juan, a media noche, muertos de frío. Allí
esperaron el tren de Andalucía, tomaron chocolate, y vuelta
a rodar por otra zona manchega, la más ilustre de todas, la
Argamasillesca.
Pasaron los esposos una mala noche por aquella estepa,
matando el frío muy juntitos bajo los pliegues de una sola
manta, y por fin llegaron a Córdoba, donde descansaron y
vieron la Mezquita, no bastándoles un día para ambas cosas.
Ardían en deseos de verse en la sin par Sevilla... Otra vez
al tren.
FORTUNATA Y JACINTA
(Edición de María Luisa Sotelo Vázquez y Adolfo Sotelo
Vázquez. Penguin Random House Grupo Editorial, 2018, págs.
222-223)
Obra completa disponible en http://www.cervantesvirtual.com