Pieza destacada: bote de petardos para señales de vía
- El uso de estas señales detonadoras no se generalizó en las líneas españolas hasta finales del siglo XIX
En 1842, el ingeniero inglés Edward Alfred Cowper patentó la señal acústica ferroviaria “fog signal” (señal de niebla), probada por primera vez en el ferrocarril de Londres a Croydon.
En España, el primer Reglamento de Señales, aprobado por Real Orden de 8 de agosto de 1872, diferenciaba entre las señales manuales de vista y de oído. Las acústicas se realizaban con los silbatos de las propias locomotoras, las antiguas cornetas y trompetillas, los silbatos de mano, las campanas y las señales con petardos. Sin embargo, el uso de las señales detonadoras con petardos no se generalizó en las líneas españolas hasta finales del XIX.
Sin variación de diseño
A lo largo del tiempo, el diseño de estos artefactos apenas ha variado. Cada petardo está formado por un cuerpo principal o cápsula metálica, pintada en rojo con la grabación de su fabricante y la fecha de caducidad, y en su interior se aloja una carga explosiva. Una abrazadera o grapa adosada a la cápsula sirve para fijar el petardo a la parte superior o cabeza del carril. Al paso de la locomotora sobre ellos, los petardos producían una explosión que alertaba a los maquinistas de la necesidad de detener el tren de inmediato. Además los agentes, trataban de avisar al maquinista por medio de su farol con señal luminosa roja, si era de noche; o con un banderín rojo, si era de día. Los petardos eran material de dotación para diversos agentes implicados en la explotación de las líneas, como personal de estaciones, de vía o de tracción. Éstos transportaban los petardos en botes de zinc de diferente tamaño, que incluían entre tres y ocho de ellos.