Pieza destacada: coche de viajeros C16 del Ferrocarril de Lorca-Baza-Águilas

  • La prensa de la época calificó a estos coches de modernos, lujosos y cómodos

Pieza destacada: coche de viajeros C16 del Ferrocarril de Lorca-Baza-Águilas

Pieza destacada: coche de viajeros C16 del Ferrocarril de Lorca-Baza-Águilas

07/04/2017

Una de las piezas más destacadas del Museo, y más curiosas, es el coche de viajeros C 16, fabricado en Mánchester por The Ashbury Railway Carriage & Iron Co. Ltd. para la compañía británica The Great Southern of Spain Railway Company Limited (GSSR), también conocida como Compañía de los Ferrocarriles de Lorca a Baza y Águilas (LBA), y que explotó sus líneas en el sureste de la península entre 1890 y 1941.

Los coches de esta compañía fueron calificados por la prensa de la época como “los más modernos, lujosos y cómodos de los ferrocarriles españoles”, e incorporaban de origen cristales en sus ventanas. Sin embargo, no hay que olvidar que en estos primeros años del ferrocarril, las condiciones de viaje eran penosas, sobre todo para los viajeros de los coches de 3ª clase, que añadían al constante y molesto traqueteo del tren, su hacinamiento en los departamentos, con duros asientos de madera.

Este coche, numerado como C 16, llegó al puerto murciano de Águilas el 11 de mayo de 1891, a bordo del vapor británico “Forth”, procedente de Middlesbrough, junto con cuatro coches más de 3ª clase y otros cuatro de 2ª. De los 27 coches que formaban esta serie de 3ª clase, los 22 primeros llegaron a Águilas entre 1889 y 1891, y los cinco restantes poco después.

Caja de madera

La caja fue construida íntegramente en madera, revestida exteriormente de chapa de hierro y pintada originalmente en color marrón. Su distribución interior responde al formato característico de los primeros coches ferroviarios, basado en varios departamentos independientes, sin pasillo interior de comunicación. Los viajeros accedían directamente a través de las portezuelas de cada departamento, utilizando los estribos que recorrían ambos laterales del coche, que además permitían al interventor realizar la inspección de los billetes, recorriendo el tren en marcha auxiliado por los asideros o pasamanos dispuestos en las puertas-, con el evidente riesgo que ello conllevaba, pues el convoy podía alcanzar una velocidad máxima de 60 km/h.

 

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